lunes, 5 de noviembre de 2012

Cuento de la crisálida de polilla emperador




En la tutoría de hoy hemos leído este cuento. Espero que os guste y que saquéis de él algún provecho:









Un hombre encontró una crisálida de una polilla emperador. La llevó a casa para poder ver salir a la polilla de la crisálida.

En ese día apareció una pequeña abertura, él se sentó y miró a la polilla unas horas mientras ésta forcejeaba para sacar el cuerpo a través de ese pequeño agujero. Parecía que había llegado hasta donde podía y no más. Parecía estar simplemente estancada y encerrada.

Entonces, el hombre, con compasión, decidió ayudar a la polilla, así que tomó unas tijeras y cortó el cacho que quedaba de la crisálida. La polilla emergió entonces con facilidad, pero tenía un cuerpo hinchado y pequeñas y arrugadas alas.

El hombre continuó observando la polilla porque esperaba que en cualquier momento las alas se agrandarían y expandirían para soportar el cuerpo entero, que se contraería con el tiempo. ¡Nada de eso sucedió! De hecho, la pequeña polilla pasó el resto de su vida arrastrándose con un cuerpo hinchado y unas alas arrugadas.

Nunca pudo volar.

Lo que el hombre con su compasión y prisas no entendió fue que la crisálida restrictiva y el forcejeo requerido para que la polilla atravesara la pequeña abertura era la manera de forzar a que entrara fluido del cuerpo de la polilla a sus alas para estar lista para el vuelo en cuanto consiguiera liberarse de su capullo.

La libertad y el vuelo llegarían sólo tras la lucha. Al privar a la polilla de un forcejeo, la privó de su salud.

Con las personas ocurre algo parecido. Si no tenemos retos, si no superamos dificultades, si permanecemos únicamente como espectadores de la película de la vida, estaremos siempre a merced de otros porque no habremos aprendido a volar y por lo tanto nunca nos atreveremos a tomar las riendas de nuestra propia vida.

En la época que estamos viviendo son numerosos los retos a los que nos enfrentamos y ha llegado el momento de lanzarse al aprendizaje a todos los niveles, sin reservas, recuperando el espíritu explorador y las ganas de soñar de cuando éramos niños.



En la era del conocimiento en la que ya estamos inmersos sin posibilidad de vuelta atrás, empuja la crisálida y ejercita el músculo más valioso que realmente tienes: tu propia mente.

¡Ah! Os pongo también la canción de Presuntos Implicados que hemos escuchado.

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